Construcción de la ciudad

A list arzubide

Como el mundo es plano y para verlo sólo tienes un ojo
estás en el centro de la tierra
frente al medio círculo
que abarca tu mirada.
En el espacio rectangular
ha surgido la línea del horizonte
-que es recta, porque el mundo es plano-
; a esa altura está tu ojo.
Cada punto en ella es de fuga
y dos líneas que convergen
forman la calle.
Todo se ha vuelto
paralelo // y vertical
; levanta lo que serán los muros
p.l.a.n.t.a los semáforos
que f l o r e c e r á n
cuando la calle se llene de autos.
Mírala:
Esta ciudad es tuya
y ayer
la arrojaste a puñados
al camino de hierro.

Invocar el recuerdo

Para Nora

Cuando tomé el camino de la lluvia
supe que llegaría a esa llanura
suplicando la luz evasiva
que a veces arroja tu mirada.

Hoy quiero que modeles planetas perfectos,
cerámica imposible en otras manos
y dibujes con una línea
la fauna taciturna
que habita el jardín de tu mente.

Hoy te celebro
en el arroyo seco de las horas
en los rincones que ahora habitas
en la tierra estéril
que has fecundado de paciencia,
en las palabras anidadas en tu mente
y en lo que no dije
porque la lámpara deslumbrante con que sueñas
ya lo había adivinado.

Hoy te celebro
con las luces que encendiste en mí
con la voz que halló tu oído
con las palabras
que si no existieras
te habrían inventado.

Mi único hallazgo fue tu rostro,
la única moneda en mi bolsillo,
fue la luna que descolgaste de la ventana
y la derroché en estrellas tímidas
y en cometas medrosos de arder;
vivo en la ciudad
y la ciudad vive en tus labios
sueño con la selva
y no hay más selva que tu insomnio
quiero ver tu sombra
y no acabo de soñar con tus lágrimas.

Por eso quiero celebrarte,
por lo que pensé muerto
cuando no había nacido,
por lo que resucita en el mar
de estrellas desveladas,
por lo que murmura el azar
cuando te descubre en la acera
y por lo que aprendo a solas
cuando invoco tu recuerdo.

Declaración de espera

La ciudad no era entonces
la nostalgia del frío
la repetición de imágenes sin espejo

La ciudad nacía desnuda en la lluvia
y las arenas de la noche
recorrían el verano
azotando las estatuas
con sus dedos diminutos

Siempre que llegabas, llovía

Y yo esperaba
las delicadas caricias de la niebla
como mi único destino,
augurio de tu regreso
a la calle inundada:

Tus cabellos guardaban del paisaje
lo que mis ojos buscaban en la noche.

Ahí me quedé a esperar la lluvia

El tiempo derribó las paredes
y diluyó el color del adiós;
la ciudad se extendió en solares
y en sus brazos crecieron los edificios.

Desde entonces
miro las cosas con ojos tan distintos
que nadie puede reconocerlas,
veo palabras escritas por ciertos naufragios
y me sorprende la caída de un ave
herida en su amor propio.

Búscame
Evoca mi boca
Extraña mis manos

Ahí sigo, aguardando
en la profundidad ilusoria
de tus ojos
urgido de tu presencia para hacer metáforas.